No te he dicho que el viernes, estaba leveando mi sacerdotisa y mi hermano su guerrero cuando en Crestagrana nos cargamos a un nota, y el cadáver empezó a perseguir a mi hermano, arrastrándose por los suelos. El espectáculo en mi casa era grandioso: mi hermano gritando qué coño es esto, que me mata y yo no puedo rematarlo, yo chillando y meándome de la risa, porque no podía darle vida a mi hermano por los nervios y por la risa; mi madre pensando que estábamos locos y en qué nuevo vicio pernicioso habíamos caído; los vecinos asomados a las ventanas del patinillo... Menos mal que mi padre no estaba, sino le hubiera dado a la corriente de la luz y fin de la historia.
Ése es mi hombre.
ResponderEliminarNo te he dicho que el viernes, estaba leveando mi sacerdotisa y mi hermano su guerrero cuando en Crestagrana nos cargamos a un nota, y el cadáver empezó a perseguir a mi hermano, arrastrándose por los suelos. El espectáculo en mi casa era grandioso: mi hermano gritando qué coño es esto, que me mata y yo no puedo rematarlo, yo chillando y meándome de la risa, porque no podía darle vida a mi hermano por los nervios y por la risa; mi madre pensando que estábamos locos y en qué nuevo vicio pernicioso habíamos caído; los vecinos asomados a las ventanas del patinillo... Menos mal que mi padre no estaba, sino le hubiera dado a la corriente de la luz y fin de la historia.
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